dijous, 2 d’abril del 2009

Carta a todas tus catástrofes.

Hola, cariño:

Sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te escribí, y aún más desde la última vez que nos vimos desastrosamente. Me gustaría que leyeras esta estúpida carta hasta el final, igual que yo leo las tuyas una y otra vez (incluso cuando ya me las sé de memoria) hasta la saciedad. Te preguntarás porqué demonios te escribo esto ahora, cuando hace mucho que lo nuestro terminó, pero debes saber que todo eso (el odio, el rencor, los reproches...) quedó atrás para mí, igual que deberías saber que nunca dejaron de gustarme tus detalles. Bien, pues voy a responder a esa cuestión que supongo que te haces, ya sin darle más rodeos al asunto.
He estado buscando en mi memoria cada una de tus catástrofes. Tus silencios, ¡sé que querías decirme tantas cosas..! Algo en mí te aterraba, creo que te enfadabas conmigo porque estabas enfadada contigo en realidad. Aunque tú creyeras que esas infinitas conversaciones ausentes de voz y palabras eran parte de tus errores mayores, para mí eran todo lo que tú me dabas invertido en esquivas y tímidas miradas, y no es poco. Esa tranquilidad tuya tan aparentemente fría que se convertía en ira en un abrir y cerrar de ojos, esa sí era una verdadera catástrofe. Tus reproches lanzados a modo de daga como cien mil puñaladas, y por otro lado tus bromas de carácter burlesco que me irritaban a diario. Tenías una pequeña obsesión por los detalles tontos, algo que me parecía incluso absurdo viniendo de alguien tan despreocupada. Todas. Sí, todas tus catástrofes me enamoraban.

Te recuerda, Yo Misma.

PD: ¿Sabes qué? Nunca me dijiste que me querías.

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